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Cambio climático: El fenómeno de la sequía

El fenómeno de la sequía y sus consecuencias inmediatas

Tanto a nivel nacional como a nivel global, la sequía y la desertificación están pegando fuerte. Es uno de los fenómenos naturales directamente relacionados con el cambio climático y, cada día que pasa, se hace más complicado revertir la situación.

La sequía es definida como un periodo de precipitaciones por debajo de la media en una región determinada, la cual da lugar a una escasez prolongada del suministro de agua. Esta situación puede tener un impacto sustancial en el ecosistema de la región afectada en distintos niveles:

– Climático, que se expresa en un aumento de la temperatura o del viento

– Hidrológico, que se traduce en una disminución de los desbordamientos superficiales, desecación de ríos, lagos y manantiales y disminución de las aguas subterráneas

– Agronómico, lo que produce una desecación o pérdida de cultivos, incluidos los de secano

– Geológico, caracterizado por desecación del suelo y aumento de los niveles de salinidad

A grandes rasgos, la desertificación puede considerarse como un caso grave de sequía (tanto en intensidad como en duración) lo que da lugar a condiciones que generan paisajes similares a los de un desierto. La desertificación abarca una amplia gama de efectos que degradan la cubierta vegetal y el suelo, como por ejemplo:

– La cubierta vegetal alta (bosque tropical) se degrada hasta convertirse en sabana

– La sabana evoluciona hacia un paisaje estepario

– El clima se vuelve excesivamente seco, lo que produce más riesgos de incendios.

Para que se produzca la desertificación, pareciera ser que confluyen dos factores cruciales:

  1. Condiciones físicas naturales susceptibles de sufrir desertificacióny
  2. Una actividad humana intensiva que supere los umbrales aceptables.

La sequía y la desertificación repercuten en todos los aspectos de la vida, lo que demuestra hasta qué punto el medio ambiente y los medios de subsistencia son interdependientes.

Los riesgos inherentes a la sequía y la desertificación pueden resumirse de la siguiente manera:

 

Riesgos relativos al medio ambiente

La sequía y la desertificación provocan a veces cambios irreversibles en la biodiversidad, el suelo y la vegetación. Estos cambios incluyen la alteración de la composición florística, la reducción de la cubierta de biomasa y la disminución de la capacidad de crecimiento y reproducción de la vegetación.

Las consecuencias más alarmantes con respecto a la biodiversidad afectan a la fauna silvestre y doméstica, especialmente la que se mantiene en condiciones deficientes; a la flora, ya que ciertas especies están en peligro; ciertos cursos de agua, que antes eran permanentes y ahora sólo fluyen de forma intermitente, lo que socava los biotopos de muchas especies; las aves migratorias, que forman parte del Patrimonio Mundial y que, sobre todo en el Sahel (zona ecoclimática y biogeográfica del norte del continente africano), encuentran hábitats residuales de humedales cada vez más precarios.

 

Riesgos relacionados con el empobrecimiento del suelo, la vegetación y los bosques

A nivel general, se observan las siguientes consecuencias:

– Degradación causada por la sobreexplotación del suelo hasta su agotamiento, agravada por el cambio climático a nivel global

– Degradación causada por el pastoreo excesivo, que destruye la cubierta vegetal necesaria para proteger el suelo de la erosión; el empobrecimiento de los suelos causado por las malas prácticas de riego que provocan un aumento de la salinidad, y el mal drenaje de los cursos de agua que alimentan los grandes lagos

– Deforestación que destruye los árboles que protegen el suelo contra la erosión del agua y del viento. La madera es también una fuente independiente de energía para uso doméstico (iluminación y cocina) en muchas zonas áridas. Las construcciones que no planifican de tal forma que se mantenga la biodiversidad y las plantas corren el riesgo de participar de esta deforestación. Por eso, en Maquinaria Carrán buscamos que en las obras se contrate un servicio de arriendo profesional que tenga en cuenta las características del suelo.

 

Riesgos relacionados con la economía

La sequía y la desertificación pueden provocar directamente una reducción del rendimiento de las cosechas o, incluso, la pérdida de ellas. En consecuencia, muchas poblaciones (especialmente en las zonas rurales) tienen dificultades para satisfacer sus necesidades de agua potable y alimentar a sus familias y al ganado, ya que el precio de los productos agrícolas aumenta en estas condiciones.

Las investigaciones demuestran que la producción de arroz disminuye un 10% por cada 1°C de aumento de la temperatura nocturna. Como resultado, las consecuencias pueden ser muy graves en los países cuya economía depende, en gran medida, de la producción de arroz.

Por supuesto que la agricultura no es el único sector que sufre con la sequía. En el caso puntual del área de la construcción, las edificaciones encuentran serias dificultades para llevarse a cabo, dada la necesidad inmediata de un flujo constante de agua para hacer mezclas de elementos y limpieza de los sitios.

 

Riesgos relacionados con la pobreza y la migración masiva 

El empobrecimiento del suelo es sinónimo de hambruna y pobreza. Para encontrar otros medios de subsistencia, las poblaciones que viven en zonas amenazadas por la desertificación se ven obligadas a desplazarse. Por lo general, emigran hacia zonas urbanas que pueden satisfacer mejor sus necesidades o se trasladan al extranjero. Los desplazamientos de la población son una de las principales consecuencias de la desertificación. Según los cálculos realizados por la secretaría de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CCD), entre 1997 y 2020, unos 60 millones de personas habrían abandonado las zonas desérticas subsaharianas de África para trasladarse a la región del Magreb o a Europa.

 

Riesgos relacionados con la salud

La sequía y la desertificación (a menudo consecuencia del cambio climático) perturban el ecosistema y favorecen la propagación de ciertos insectos y enfermedades perjudiciales para los seres humanos, las plantas y los animales. Según los resultados de las investigaciones, el aumento de las temperaturas promedio incrementa las tasas de fertilidad y crecimiento de insectos dañinos. Como consecuencia, dichos insectos, así como las enfermedades que acarrean, se afianzan en una zona geográfica más amplia y aumenta la frecuencia de las epidemias.

 

Salud humana

La sequía y la desertificación suelen ir acompañadas de una degradación cualitativa y cuantitativa de los recursos hídricos y, con frecuencia, pueden provocar el desarrollo de epidemias como el cólera o la malaria.

El viento, especialmente durante las tormentas de arena, es también un importante vector de enfermedades oftalmológicas (por ejemplo, conjuntivitis) o problemas respiratorios.

Además, las ciudades suelen estar mal equipadas para absorber los flujos migratorios procedentes de las zonas rurales. Muchas ciudades cuentan con un sistema sanitario deficiente, una falta de infraestructuras para la limpieza de aguas residuales o el tratamiento de residuos líquidos, y para la gestión de los residuos en general; en estos casos, los planes de prevención y las instalaciones médicas pueden resultar más que insuficientes.

 

Salud animal y vegetal

La sequía y la desertización pueden provocar la muerte masiva del ganado por falta de pastos y la aparición de nuevas enfermedades. Por ejemplo, en muchas partes del mundo, en el caluroso periodo estival, el ganado suele morir durante el parto y los terneros nacen prematuramente. Los veterinarios de estas zonas han relacionado las nuevas enfermedades con el cambio climático.

Es probable que las alteraciones en los patrones de viento cambien la forma en que se propagan los insectos, las bacterias y los hongos, todos ellos vectores de enfermedades de las plantas. Por ejemplo, un aumento de las temperaturas invernales favorecería la multiplicación de las polillas de las abejas y aumentarían los daños que causan en los sistemas de cultivo de arroz. Los estudios revelan que el número de parasitoides -insectos como las avispas o las moscas que ponen sus huevos sobre el cuerpo de otros artrópodos- disminuye en caso de lluvias irregulares. Sin embargo, estos parasitoides son muy útiles en la lucha biológica contra las plagas dañinas en muchos ecosistemas tropicales.

La Organización Mundial de la Salud ha establecido una clara relación entre las fuertes lluvias que afectaron a gran parte de África oriental a principios de 2008 y la reaparición de la malaria. Asimismo, el dengue, una grave enfermedad causada por un virus transmitido por mosquitos, alcanzó niveles epidémicos en el Caribe.

Otro problema es la aparición del mildiu (una tipo de hongo que ataca a las plantas) en algunas regiones productoras de papas, una enfermedad que se propaga en condiciones de calor y humedad.

 

Riesgos relacionados con la seguridad alimentaria

La sequía y la desertificación suponen una grave amenaza para la seguridad alimentaria de los 9.000 millones de personas que habrá que alimentar a mediados del siglo XXI. Las capacidades actuales de producción de alimentos tendrían que triplicarse de aquí a 2050 para garantizar el acceso a una alimentación sana. Sin embargo, las superficies cultivables están disminuyendo. Se estima que las áreas cultivables en los países en desarrollo disminuyeron de 0,65 a 0,4 hectáreas por persona entre 1990 y 2010.

 

Riesgos relacionados con el cambio climático (sumideros de carbono)

La sequía y la desertificación provocan el empobrecimiento del suelo y, en consecuencia, reducen su aptitud para actuar como sumidero de carbono. En cambio, la sequía puede aumentar su potencial como fuente de carbono.

El suelo y los ecosistemas terrestres son una fuente esencial de sumideros de carbono, ya que recogen y almacenan carbono. Se calcula que el suelo captura 2,3 gt (gigatoneladas) de carbono al año, lo que representa más de un tercio de todo el carbono emitido por la combustión de combustibles fósiles, uno de los principales orígenes del cambio climático. La reserva total de carbono contenida en los ecosistemas de la Tierra asciende a unas 2.500 gt de carbono, incluidas 2.000 gt almacenadas en el suelo.

Dadas las condiciones descritas, urge la intervención de organismos gubernamentales a nivel mundial con el fin de detener y revertir las graves consecuencias de la sequía. Esta intervención tendría que expresarse a través de políticas específicas y nuevas y mejores regulaciones con respecto al tratamiento que se le da a la naturaleza y cómo se puede disminuir la sobreexplotación de los recursos naturales .

Nos queda mucho trabajo por delante si queremos restaurar de alguna forma todo lo que se ha deteriorado por obra humana. Sin embargo, el ser humano, como puede promover el cambio climático, también puede revertirlo. Por eso, te invitamos a que leas nuestro blog sobre sustentabilidad y medioambiente.

 

 

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